Microcréditos y Banca Inclusiva en Centroamérica: un camino por recorrer

Centroamérica, una región rica en cultura y diversidad, enfrenta desafíos económicos significativos. Uno de los retos más apremiantes es la falta de una verdadera inclusión financiera y la oferta de microcréditos.

Juan David Hernandez
El promedio de acceso a crédito formal en Centroamérica es inferior al 15% | FREEPIK

A pesar de que el negocio de los microcréditos ha estado presente Centroamérica, y existe un amplio abanico de instituciones financieras que ofrecen estos servicios, la mayoría de la población sigue al margen de los servicios formales.

Según el Banco Mundial, el promedio de acceso a crédito formal en Centroamérica es inferior al 15%.

¿Cómo es posible que la mayoría de las personas no pueda acceder a los servicios financieros que tanto necesitan?

La respuesta se encuentra en la resistencia de las instituciones financieras tradicionales a alejarse de sus enfoques convencionales de gestión de riesgos.

Si bien los microcréditos han demostrado ser un medio efectivo para brindar apoyo a emprendedores y familias de bajos ingresos, las barreras para acceder a ellos siguen siendo altas.

Los solicitantes deben navegar por un laberinto de requisitos documentales y enfrentar evaluaciones de riesgo que, en muchos casos, son desfavorables para aquellos que más los necesitan.

Para las personas que trabajan en la economía informal, que representan más del 60% de la población ocupada en Centroamérica, la opción más accesible sigue siendo recurrir a prestamistas informales. Sin embargo, esto conlleva tasas de interés asfixiantes superiores al 1500% anualizadas y problemas de seguridad personal, lo que agrava aún más la situación económica de quienes ya se encuentran en una posición vulnerable.

La pregunta inevitable que surge es si estos microcréditos realmente ayudan a las personas a salir de la pobreza. Aquí es donde debemos dejar espacio para la reflexión.

Si bien es innegable que estos préstamos brindan alivio inmediato y pueden mejorar la calidad de vida de los prestatarios, no son la panacea para la pobreza, que es un problema multidimensional y complejo.

En los últimos dos años, sin embargo, somos testigos de un cambio significativo en el panorama financiero de Centroamérica.

La irrupción de actores fintech ha revolucionado la forma en que se brindan los servicios financieros.

Estas startups, respaldadas por la innovación tecnológica, redujeron los costos operativos, amplian su alcance y utilizan datos alternativos para evaluar el riesgo crediticio de las personas que, debido a la falta de documentación, habían sido excluidas del sistema financiero formal.

En mi opinión, esta es la dirección en la que debemos avanzar para lograr una verdadera inclusión financiera en Centroamérica. La tecnología puede desempeñar un papel fundamental en la superación de las barreras tradicionales.

Si bien los microcréditos no son la solución única para sacar a las personas de la pobreza, sí pueden mejorar su calidad de vida.

No podemos subestimar el poder de brindar a las personas la oportunidad de tomar el control de sus finanzas. La lucha contra la pobreza es un desafío complejo, pero cada paso en la dirección correcta es un logro que merece celebrarse.

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