Darle crédito a las mujeres emprendedoras es una gran oportunidad de negocio

En América Latina, millones de mujeres están emprendiendo con fuerza, creatividad y resiliencia. Tienen negocios en marcha, ideas claras, y un compromiso enorme con el crecimiento. Lo que no tienen, muchas veces, es acceso al capital para escalar a través del crédito. Y eso no solo es un problema de inclusión financiera. Es una oportunidad de negocio que el sistema financiero está desperdiciando.

Las mujeres son mejores pagadoras, pero acceden menos al crédito

No es percepción. Es dato. Según IDB Invest, las pymes lideradas por mujeres tienen una tasa de morosidad del 2,7%, frente al 4% de las lideradas por hombres. En Ecuador, las emprendedoras tienen una tasa de cumplimiento del 90%, la más alta de la región. Y los datos del BID y la Fundación Microfinanzas BBVA muestran que las mujeres presentan tasas de repago superiores al 95%.

Pero hay más: la FMBBVA también destaca que las mujeres emprendedoras destinan el 90% de sus ingresos a la prosperidad familiar y social, principalmente a financiar la educación de sus hijos. Es decir, no solo cumplen con sus obligaciones financieras, sino que generan impacto positivo en sus comunidades.

Sin embargo, según datos del Banco de Desarrollo de America Latina (CAF), apenas el 10% de las mujeres en América Latina accede a crédito. No porque no lo necesiten. No porque no lo puedan pagar. Sino porque el sistema sigue sin verlas.

Y no solo se trata de acceso al producto financiero. La falta de referentes femeninas en el sector también hace más difícil conectar con una marca o confiar en una institución. Si no conectas con el que está del otro lado del mostrador, del pitch o del comité de evaluación, es difícil sentir que ese espacio también te pertenece.

¿Qué estamos esperando?

Como consultora y emprendedora, hablo a diario con mujeres que tienen negocios con tracción, que hacen malabares para sostener sus operaciones y que —a pesar de todo— pagan a tiempo. Lo que les falta no es talento ni compromiso: les falta acceso a capital, un sistema que las entienda, y productos diseñados con sus realidades en mente.

Y lo más interesante es que no estamos hablando de filantropía. No es “darles una oportunidad”. Es abrir los ojos a un segmento que cumple, que paga, y que puede ser extremadamente rentable si se lo atiende con inteligencia.

¿Qué pueden hacer los actores del ecosistema?

  • Rediseñar los productos de crédito pensando en realidades distintas: muchas emprendedoras tienen ingresos variables, múltiples fuentes y estructuras familiares no tradicionales.
  • Capacitar al personal de ventas y riesgo para eliminar sesgos de género al evaluar solicitudes.
  • Apostar por alianzas con instituciones que ya trabajan con mujeres emprendedoras y conocen su contexto.
  • Visibilizar referentes femeninas en la industria, tanto del lado de las emprendedoras como en roles clave dentro de las entidades financieras.

Esto no se trata solo de equidad. Se trata de estrategia

El futuro del crédito en la región no va a estar solo en las grandes empresas o los mismos clientes de siempre. Va a estar en quienes hoy están afuera del radar. Y ahí, las mujeres emprendedoras son una oportunidad gigante que todavía no estamos aprovechando.

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