El marketing digital en el sector financiero entró en una peligrosa zona de confort: la era del copy-paste.

Lo vemos tanto con nuestros clientes como en la industria en general. Al revisar las redes de muchas fintechs, bancos o asesores financieros, se repite el mismo patrón: aseguran tener “el mejor producto”, “ser los mejores” o “tener la plataforma más confiable del mercado”.
Pero en esa uniformidad se pierde lo más importante: la identidad de marca y la conexión real con el cliente. Y esto, es un efecto directo del uso de inteligencia artificial sin estrategia y objetivos claros.
Hoy, cualquiera con acceso a herramientas como ChatGPT puede generar contenido en segundos. Eso, en teoría, es una oportunidad enorme porque democratiza la creación de contenido. Pero en la práctica, cuando se hace sin estrategia, dirección clara y un buen prompt, lo que se genera es ruido.
¿Cuántas veces no vimos un pedazo de contenido lleno de emojis y lo único que pensamos fue: “siguiente”?
Además, el proceso de compra cambió radicalmente. Hoy, antes de contratar o comprar, los usuarios buscan en redes, revisan perfiles y consumen contenido. Prefieren videos con personas reales, no institucionales. Confían en lo que suena humano, no en lo que suena armado.
Los negocios no necesitan más contenido sin sentido. Necesitan clientes.
El gran desafío es que muchas marcas del sector financiero repiten listas de características de sus productos, como si estuvieran describiendo un electrodoméstico. Suena genérico y reemplazable. Y en ese proceso, pierden su voz. Esa voz que debería transmitir propósito, generar confianza y construir una relación real con quien está del otro lado.
Más aún en industrias donde la confianza lo es todo, como la financiera, lo que marca la diferencia no es cuántas veces hablás, sino cómo hablás.
En nuestra agencia, entendemos que el contenido financiero necesita ser una conversación. Los clientes necesitan sentirse entendidos. Que cada pieza de contenido haga que ese cliente ideal diga: “Me están hablando a mí.”
Una conversación con personas reales, que están tomando decisiones complejas sobre su futuro, su familia, su estabilidad. Personas que no solo buscan productos financieros, sino claridad, guías fáciles de entender y confianza.
Y en un mundo lleno de gurús financieros que prometen hacerse ricos fácil, se genera aún más ruido. Ese ruido, lamentablemente, tapa a las empresas serias y con trayectoria que sí son confiables.
¿Por dónde empezar?
En nuestra experiencia, trabajar sobre estos tres pilares hace toda la diferencia para convertir seguidores en clientes fieles:
1. Estrategia de marca clara y diferenciada
Seamos sinceros: a nadie le importa tu producto. Lo que el cliente quiere saber es cómo ese producto le va a mejorar la vida. No se trata solo de “tener presencia digital”, sino de construir una narrativa coherente, humana y diferenciadora. Porque si no te diferenciás, te diluís.
Preguntas clave para esta etapa:
- ¿Quién es tu cliente ideal?
- ¿Qué dolores reales estás resolviendo?
- ¿Cómo sería un día en la vida de ese cliente usando tu producto?
2. Asociaciones estratégicas
La credibilidad en finanzas no se construye sola ni rápido. Hay que rodearse bien. Buscar sinergias con medios, referentes, influencers éticos y actores del ecosistema que refuercen tu reputación y compartan tus valores.
Una buena asociación te da visibilidad y te posiciona en los ojos de tu cliente como figura de autoridad o como la solución ideal para ellos.
Pero ojo: es clave que las asociaciones sean coherentes con la identidad, los valores y la presencia que construiste como marca.
Una mala alianza, con alguien que no representa lo que vos sí, puede tener el efecto contrario. Como dice Warren Buffett: “Se necesitan 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla. Si lo piensas bien, harás las cosas de manera diferente.”
3. Educación como motor de conversión
El contenido educativo es la forma más directa de construir confianza a largo plazo. Porque cuando un usuario entiende, confía. Y cuando confía, compra.
Un cliente confundido no compra.
El contenido educativo no sólo impulsa las ventas, sino que construye relaciones más duraderas y rentables. Un estudio de Conductor indicó que los consumidores que leen contenido educativo de una marca son 131 % más propensos a comprar inmediatamente después de consumirlo, y aún 48 % más una semana después.
Esto es especialmente importante en el mundo financiero, donde la complejidad de los productos, la falta de educación previa y el miedo a cometer errores son barreras constantes.
Enseñar, aclarar y acompañar es mucho más efectivo que empujar una oferta.
El futuro: marcas humanas, estrategias inteligentes
La inteligencia artificial no es el enemigo. En la agencia la usamos todos los días para ser más eficientes, sacar ideas, hacer análisis más rápidos o generar borradores iniciales. La clave está en que se use como una herramienta al servicio de una estrategia más grande, con dirección, intención y empatía con mis clientes.
El marketing financiero del futuro no va a ser el del contenido en masa ni el de los mensajes automatizados. Va a ser el de las marcas que construyan relaciones, que sean más humanas y eduquen a sus audiencias.
El de aquellas que entiendan que la confianza no se compra. Se construye.
Porque en la era del copy-paste, las marcas que suenen distinto, comuniquen con propósito y se animen a ser más humanas…van a ser las que trasciendan dentro del ruido del contenido infinito.
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