La economía argentina se encuentra en medio de una profunda contradicción, una especie de “esquizofrenia financiera”. Por un lado, se celebra una expansión crediticia sin precedentes en los últimos siete años; por otro, una ola de sobreendeudamiento amenaza con desatar una crisis. El país vive una paradoja peligrosa: se presta más que nunca, pero la capacidad de pago de los ciudadanos se erosiona a un ritmo alarmante.

La Canilla Abierta del Crédito
Un cambio drástico en la política económica ha sido el catalizador de este fenómeno. Al desmantelar el negocio de las LELIQs, el gobierno forzó a los bancos a redirigir su liquidez hacia la economía real. El resultado ha sido contundente: el saldo de préstamos en pesos al sector privado se duplicó en términos reales en poco más de un año. Tan solo en el mes de mayo, el sistema financiero inyectó $3.7 billones, lo que representa un crecimiento real del 2.7% en 30 días.
Este auge crediticio tiene dos caras muy distintas.
- La Señal de Confianza: El lado optimista se refleja en el renacimiento de los créditos hipotecarios UVA, que experimentan un crecimiento mensual del 14%, y en el financiamiento a empresas con planes de inversión. Estas son señales de que ciertos sectores confían y apuestan por una futura recuperación económica.
- El Salvavidas de Plomo: La cara más sombría de la moneda revela que la mayor parte de esta expansión se concentra en préstamos personales y el uso de tarjetas de crédito. Analistas lo definen como un “crédito de supervivencia”12. No se destina a la compra de bienes duraderos como un auto o a la refacción de una vivienda, sino a cubrir gastos corrientes para llegar a fin de mes. Un dato demoledor subraya esta realidad: el 58% de las deudas con tarjeta de crédito se utilizan para la compra de alimentos.
La Alarma Roja de la Morosidad
Es en este punto donde la paradoja estalla. La tasa de morosidad, que mide el porcentaje de deudores que no pueden cumplir con sus pagos, ha escalado al 4.1%, alcanzando su nivel más alto en cinco años. Lo verdaderamente preocupante es que este indicador sube en contra de toda lógica estadística. Normalmente, cuando el volumen total de crédito crece tan rápidamente, el porcentaje de deudores incobrables debería diluirse. El hecho de que ocurra lo contrario es una “bandera roja gigante”. Significa que la velocidad a la que la gente cae en cesación de pagos es superior al ritmo con que los bancos otorgan nuevos préstamos.
El principal culpable de esta situación es el elevado costo del dinero. A pesar de la baja en las tasas de referencia del Banco Central, el Costo Financiero Total (CFT) que un consumidor paga por un préstamo personal puede superar el 150% anual. Esto crea una trampa matemática para las familias con salarios estancados, que asumen deudas a tasas impagables, garantizando un futuro incumplimiento.
La Tecnología al Rescate de las Cobranzas
Este tsunami de deudas ha forzado a la industria de las cobranzas a una reconversión tecnológica. Los métodos tradicionales, como los call centers, han perdido eficiencia para gestionar millones de deudas de montos pequeños. En respuesta, el sector ha adoptado masivamente la tecnología: desde inteligencia artificial y bots que negocian planes de pago por WhatsApp, hasta portales de autogestión para los deudores. Se trata de una “industrialización de la cobranza” para un problema de escala industrial.
El Desafío: Construir sobre los Nuevos Cimientos
Para capitalizar el impulso inicial y asegurar que los beneficios lleguen a todos los argentinos, la agenda de gobierno podría enfocarse ahora en consolidar esta primera etapa de reactivación. La oportunidad es única para construir sobre los cimientos ya establecidos:
- Proteger y Potenciar el Salario: El siguiente paso natural es profundizar el plan de estabilización macroeconómica. Al consolidar la baja de la inflación, se protegerá el ingreso de las familias, transformando progresivamente el crédito de supervivencia en crédito para el progreso.
- Profundizar el Crédito Productivo: El éxito de los créditos hipotecarios muestra el camino. El gobierno puede ahora implementar incentivos para que el sistema financiero continúe inclinando la balanza hacia el crédito para la inversión y la compra de bienes durables, generando un círculo virtuoso de empleo y crecimiento.
- Hacer el Crédito más Accesible: Para asegurar la sostenibilidad del boom, es clave abordar el elevado Costo Financiero Total (CFT). Fomentar una mayor competencia en el sector y revisar costos regulatorios puede hacer que las tasas más bajas lleguen efectivamente al consumidor, evitando futuros sobreendeudamientos.
El gobierno ha logrado reactivar un motor clave de la economía. Ahora, el desafío es conducirlo con pericia. El segundo semestre de 2025 se perfila como una carrera contra el reloj, pero esta vez, con las herramientas del crédito y la inversión nuevamente en marcha. La actual gestión tiene ante sí la oportunidad histórica de convertir este renacido dinamismo financiero en la base de un desarrollo económico sostenido y compartido por todos los argentinos.
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