Tasas elevadas, menor liquidez y un contexto político y económico más incierto configuran un escenario desafiante para las empresas de la región según el análisis del último informe de Fitch Ratings sobre crédito corporativo y sistema financiero de la región.

El crédito empresarial en América Latina enfrenta un escenario más complejo de cara a 2026. Las empresas de la región operan en un contexto marcado por costos financieros elevados, crecimiento económico moderado y un aumento de la incertidumbre política, factores que, en conjunto, presionan su perfil crediticio.
Uno de los principales focos de tensión es el nivel de las tasas de interés. Aunque algunos países podrían avanzar hacia una flexibilización monetaria gradual, los costos de financiamiento siguen siendo altos para buena parte del sector corporativo. En muchos casos, el pago de intereses absorbe una porción creciente del flujo operativo, reduciendo el margen para invertir y expandirse.
La refinanciación de deuda aparece como otro punto sensible. El acceso a los mercados de capitales se ha vuelto más selectivo, tanto a nivel local como internacional, lo que dificulta la renovación de vencimientos, especialmente para empresas con menor calificación crediticia o ingresos más volátiles.
El impacto no es uniforme entre países: México se posiciona entre los mercados con mayor nivel de riesgo relativo, afectado por factores políticos internos y la incertidumbre en el frente comercial con Estados Unidos. Brasil y Colombia muestran un panorama más equilibrado, apoyado en economías de mayor escala y sistemas financieros profundos, aunque con focos de vulnerabilidad en empresas altamente endeudadas.
Chile mantiene un perfil relativamente más estable dentro de la región, con un entorno financiero más previsible, mientras que Argentina combina señales de estabilización macroeconómica con desafíos estructurales que siguen condicionando el acceso al crédito y el apetito de los inversores.
Banca y sistema financiero
En contraste con el sector corporativo, la industria financiera exhibe una mayor resiliencia. Los bancos latinoamericanos llegan a 2026 con niveles sólidos de capital y liquidez, lo que les permite enfrentar un deterioro moderado del entorno sin comprometer su solvencia.
Sin embargo, el escenario tampoco es expansivo para la banca. La desaceleración económica limita el crecimiento del crédito, mientras que la presión sobre los márgenes y el posible deterioro en la calidad de los activos obligan a una gestión más prudente del riesgo.
Esta dinámica se traduce en condiciones de financiamiento más exigentes para las empresas. Las entidades financieras tienden a priorizar clientes con mejor perfil crediticio, mayores garantías y flujos de caja más previsibles, dejando a los actores más pequeños o frágiles en una posición más vulnerable.
De cara a 2026, el mensaje es claro: mientras el sistema financiero aparece mejor preparado para absorber tensiones, el crédito empresarial se enfrenta a un entorno menos favorable. La evolución del riesgo dependerá de la estabilidad macroeconómica, la previsibilidad política y la capacidad de las empresas para adaptarse a un ciclo financiero más restrictivo en América Latina.
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