
La tecnología blockchain es la columna vertebral de los cambios en el sector gracias a su trazabilidad, seguridad y automatización de los contratos inteligentes. Su implementación transformará la gestión de los NPL gracias a su fraccionamiento en tokens. En un sector tan conservador y sólido como el inmobiliario, hablar de ‘revolución’ podría ser una paradoja. Pero cuando se combinan dos fuerzas emergentes y potentes como la tokenización y la tecnología blockchain, surge una transformación en marcha.
Lo que antes requería notarios, papeles interminables y grandes sumas de capital, hoy empieza a ejecutarse con clics, contratos inteligentes y fracciones de activos que se pueden comprar desde la app de un móvil. Así se está reconfigurando el mercado del ladrillo en la era digital.
¿Qué es tokenizar un inmueble?
Tokenizar un inmueble consiste en convertir su valor en unidades digitales llamadas tokens, que se registran y gestionan mediante la tecnología blockchain. Cada token representa una parte del activo que puede ser el 0,01% de un piso o una participación completa en los derechos de explotación de un bien físico comercial.
Este proceso no es meramente simbólico: los tokens tienen un valor económico y legal real, pueden intercambiarse en plataformas digitales y otorgan derechos como dividendos, uso o plusvalías. La tecnología blockchain como columna vertebral La tokenización de activos inmobiliarios no sería viable sin una infraestructura tecnológica sólida y confiable. En este contexto, la tecnología blockchain actúa como columna vertebral del sistema, que permite operar con activos digitales de manera segura, transparente y automatizada.
Uno de los pilares tecnológicos más relevantes es la trazabilidad. Cada token representa una fracción de un inmueble y lleva asociada una historia completa de transacciones inscritas en una cadena de bloques. Esta trazabilidad garantiza que toda la información vinculada a la propiedad y transmisión del activo sea inmutable y verificable en tiempo real, lo que disminuye radicalmente el riesgo de fraudes y manipulaciones.
La seguridad es otro elemento clave. A diferencia de los registros centralizados tradicionales, donde la alteración de una base de datos puede comprometer la integridad del sistema, en la tecnología blockchain la información se replica de forma descentralizada en múltiples nodos. Esto proporciona una sólida garantía de resistencia ante ataques informáticos, pérdida de datos o intervenciones no autorizadas. Además, la encriptación criptográfica protege la identidad de los inversores y asegura que solo los usuarios con claves válidas puedan realizar transacciones.
Un tercer componente fundamental es la automatización a través de contratos inteligentes. Estos programas se ejecutan automáticamente al cumplirse determinadas condiciones pactadas, como la transferencia de tokens tras la recepción de una inversión, o el reparto de beneficios periódicos por alquiler. Esta automatización reduce la necesidad de intermediarios, minimiza los errores humanos y baja significativamente los costes operativos.
Las redes clave
Un punto interesante es analizar qué redes blockchain se utilizan para estos procesos. Aquí, Ethereum sigue siendo la opción dominante, gracias a su madurez, robustez y amplio ecosistema de desarrolladores. Es la red más utilizada para proyectos institucionales por la seguridad de su infraestructura, aunque presenta como desventaja unos costos de transacción (gas fee) elevados, especialmente en momentos de alta congestión.
Para paliar estos costos, muchos proyectos optan por redes como Polygon, una solución de segunda capa compatible con Ethereum, que permite operar con los mismos estándares (como los tokens ERC-20) pero con comisiones significativamente más bajas y mayor velocidad de ejecución. Polygon se ha convertido en una opción atractiva para startups, plataformas de tokenización y mercados que necesitan escalar sin renunciar a la interoperabilidad con Ethereum.
Por su parte, Binance Smart Chain (BSC) ha ganado tracción por su eficiencia y facilidad de uso, aunque se percibe como más centralizada debido a su reducido número de validadores. Es común en plataformas que priorizan la experiencia del usuario y la rapidez en el despliegue.
Avalanche, por otro lado, destaca por su capacidad de ejecutar cientos de miles de transacciones por segundo con alta seguridad, y por permitir la creación de blockchains personalizadas (subredes), lo que ofrece una flexibilidad técnica muy valorada en entornos corporativos.
La elección de la red depende, por tanto, del equilibrio que cada proyecto desee mantener entre seguridad, coste, velocidad y escalabilidad. La infraestructura blockchain no solo habilita la tokenización, sino que la condiciona profundamente: determina la eficiencia del proceso, la experiencia del usuario y, en última instancia, la confianza del inversor.
El impacto en los NPL
Uno de los ámbitos donde la tokenización de activos inmobiliarios puede tener un impacto transformador es en la gestión de los NPL (Non-Performing Loans), ya que esta tecnología introduce una vía alternativa para agilizar la recuperación de valor de los créditos impagados mediante su fraccionamiento en tokens respaldados por propiedades asociadas a NPL.
Al representar digitalmente cada inmueble en la tecnología blockchain, se facilita su trazabilidad, se reduce los costes de gestión y se abre la puerta a mercados secundarios más líquidos y eficientes. Además, gracias a los contratos inteligentes, es posible automatizar tareas como la redistribución de ingresos tras la venta del activo o la liquidación parcial del crédito. Este enfoque también permite atraer a un mayor número de inversores, incluso minoristas, que anteriormente quedaron excluidos de estas operaciones por barreras de entrada elevadas.
Los desafíos futuros
La tokenización está redefiniendo la inversión inmobiliaria al eliminar las tradicionales barreras de entrada. Ya no hace falta disponer de grandes capitales ni enfrentarse a largos procesos bancarios: con apenas 100 euros, cualquier usuario puede invertir desde su móvil.
Esto democratiza el acceso al sector, atrae a inversores jóvenes y digitales, y permite diversificar carteras con microinversiones en distintos tipos de activos y ubicaciones. Además, ofrece una vía de financiación alternativa para promotores, que pueden emitir tokens respaldados por inmuebles o rentas futuras sin depender exclusivamente de los bancos.
Sin embargo, la adopción de esta tecnología aún enfrenta obstáculos significativos. A nivel regulatorio, Europa avanza con el reglamento MiCA (Markets in Crypto-Assets Regulation), que empieza a ofrecer un marco más claro. No obstante, subsisten importantes lagunas legales y fiscales en torno a la propiedad fraccionada y los derechos del tokenholder.
En paralelo, se intensifican los esfuerzos para mitigar riesgos tecnológicos, como el fraude o los ciberataques, mientras que la educación financiera del inversor minorista sigue siendo una asignatura pendiente para que este ecosistema crezca con solidez.
A pesar de ello, las previsiones son ambiciosas: según un estudio de Northern Trust y HSBC, entre el 5% y el 10% de todos los activos serán digitales en los próximos cinco años, mientras que BCG predice que el impacto económico del sector alcanzará los 16 billones de dólares (14,4 billones de euros).
La convergencia entre inteligencia artificial y finanzas descentralizadas está dando forma a una nueva generación de servicios financieros: desde DAOs (organizaciones autónomas descentralizadas) hasta seguros inteligentes e hipotecas automatizadas. Lo que antes parecía futurista hoy se convierte en realidad operativa. La tokenización ya no es una promesa, sino un cambio de paradigma en plena expansión. Los actores tradicionales deberán adaptarse con agilidad si no quieren quedarse atrás.
Sigue toda la información de Open Hub News en X y Linkedin , o en nuestra newsletter.