El Renting es una de las principales herramientas en la evolución hacia una movilidad sostenible.
Me gusta el renting. Me gusta su modelo de negocio, me gusta como aglutinador de servicios, me gusta como motor de innovación y me gusta cada vez más como herramienta para una mejor, más segura y más eficiente evolución de la movilidad.
Tuve la suerte y el privilegio de ser parte del nacimiento del renting en España en los ochenta, en Portugal en los noventa, y en Grecia y Brasil en los 2000’s.
Los que “vendíamos” renting en los ochenta, teníamos que convencer a los clientes que el renting era más que un servicio financiero. Se veía principalmente como un producto off balance y un gasto deducible, y tomó tiempo el convencer a las empresas que el renting era más que eso, que su valor principal estaba en una gestión más económica y eficiente de la flota de vehículos.
En los 90’s se comenzó a dar más importancia a la seguridad en la conducción, y ya en este siglo empezamos a cuidar la gestión de emisiones de CO2 e incorporamos el concepto de movilidad eficiente. Hasta llegar al actual objetivo “00”, es decir “0” emisiones y “0” accidentes. A lo largo de ese período, poco a poco, el foco fue pasando del precio del coche al costo de utilización (TCO) y la atención evolucionó desde el cuidado del vehículo hacia el cuidado y gestión del conductor.
En todos estos pasos, el renting ha sido una de las herramientas principales para avanzar hacia esos objetivos de sostenibilidad. Lo que es más relevante, si tomamos en cuenta que un vehículo en renting recorre más del doble de kilómetros por año que un vehículo medio.
Un dato interesante es que los casi 900.000 vehículos en renting que circulan por España son la parte del parque más moderna, generando menos emisiones y con el menor índice de accidentes por kilómetro del país. Eso se ha conseguido gracias a la conjunción de objetivos entre las empresas con flotas y los operadores de renting.
Hoy en día, la movilidad eficiente es mucho más que usar un coche de forma eficiente. Incluye el movernos de forma segura en el medio que sea y con las menores emisiones posibles para llevar a cabo nuestras actividades. Por ello, las empresas de renting se autodenominan empresas de movilidad y continúan aglutinando cada vez más servicios en su gestión. Algunos ejemplos son: reserva y pago de aparcamiento; sistemas de ‘flotas compartidas’ dentro de la empresa; coches compartidos eléctricos cuando la accesibilidad a ciudades es limitada; y renting sin plazo fijo, entre otros.
Para muchas empresas, el renting es el instrumento que permite analizar, experimentar y graduar la transición hacia vehículos eléctricos. Estas son algunas de las ideas innovadoras que van empujando el cambio, para que no siempre dependamos de la iniciativa gubernamental europea.
En los últimos quince años, el renting comenzó a abrirse hacia el mercado de particulares. No es un camino fácil ni corto. Al igual que con las empresas en los ochenta y noventa, los particulares también tenemos que convencernos que es más que un servicio financiero. Pero se está llegando. Plazos más flexibles, darles a los coches que salen de una flota de empresa, un segundo ciclo con un renting a particulares… son ejemplos de ese camino hacia el concepto de pagar por el uso que la empresa entendió hace tiempo y que el particular está empezando a apreciar.
Por todo esto, en mi opinión, el renting es y seguirá siendo uno de los mecanismos más importantes en este camino hacia la movilidad sostenible. Es de las pocas industrias con el suficiente músculo financiero para afrontar cambios y tomar riesgos, a la vez que con una tradición innovadora y una experiencia de éxito en poner al cliente como objetivo de cualquier mejora.
Como dije al comenzar, me gusta el renting.
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