El auge de la inversión tecnológica se ha erigido en la principal apuesta de las empresas españolas para abrazar un cambio de modelo de negocio que ha venido para quedarse. Las organizaciones ya son conscientes de que la tecnología no es una amenaza, sino una oportunidad para aumentar su tasa de supervivencia en el nuevo paradigma empresarial.
Ya lo dice el refrán: “renovarse o morir”. En un mundo tan digitalizado y cambiante como el que vivimos es imprescindible comprender las ventajas de la tecnología para conseguir un crecimiento sostenible de nuestras empresas. Estamos atravesando un período de explosión tecnológica y digital sin precedentes, tanto por la gran ramificación que provoca cada nuevo avance de tecnologías como el Blockchain, la IA o el IoT como por la aceptación cada día más rápida de ese progreso por parte de la sociedad.
En este sentido, la forma en la que el consumidor entra en contacto con cualquier sector de nuestra economía de consumo ha cambiado para siempre, razón por la que las empresas de cada industria se están viendo obligadas a apostar por su actualización constante para evitar su desaparición. La actualización de su modelo de negocio, la transformación tecnológica, la digitalización de los procesos y la captación de talento siguen siendo las principales asignaturas pendientes de las organizaciones en España. Pero vamos por el buen camino.
Han hecho falta varios años sumidos en esta vorágine de cambio para darnos cuenta de que la tecnología no es un problema para las empresas, es parte de la solución. La inversión en este cambio de paradigma y de modelo de negocio de nuestro tejido empresarial otorgará mucha seguridad tanto a los emprendedores que empiezan un negocio desde cero como a grandes organizaciones ya consolidadas. Y, por supuesto, el principal beneficiado es y será siempre el consumidor, quien dispondrá de un abanico de bienes y servicios cada día mejores y más adaptados a sus propias necesidades y circunstancias personales.
En este contexto, la inversión tecnológica de las empresas en un sector como el nuestro, el inmobiliario, ha crecido un 20% en 2023. Las organizaciones van a invertir una media de 100.000€ en herramientas tecnológicas y su proceso de digitalización este año. Por tamaño: las micro y pequeñas empresas realizarán un desembolso medio de unos 20.000€ en este ejercicio; las medianas alrededor de 80.000€; y las grandes empresas invertirán un importe medio de 150.000€ en tecnología. Según nuestras previsiones, en 2024 estas cifras aumentarán un 10% respecto a este año, alcanzándose una inversión media por empresa de 110.000€ anuales para su crecimiento tecnológico.
Esta inversión tiene un retorno directo en los resultados de las empresas. Y es que la inversión de recursos de las compañías españolas para adaptarse al nuevo paradigma empresarial aumentará su tasa de supervivencia en sus primeros 5 años de vida hasta un 68%. Este indicador mostraba una supervivencia del 45,1% a los cinco años en 2020, según el informe ‘Demografía armonizada de empresas’, del Instituto Nacional de Estadística (INE). Es decir, gracias al papel disruptivo de la tecnología en el modelo de negocio de las organizaciones, esa cifra podría aumentar un 50%.
En este sentido, las pymes serán las principales beneficiadas en adaptarse a la nueva coyuntura tecnológica y digital. De hecho, según los datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, en 2019 el total de empresas en España era de 2,88 millones, de las cuales un 99,84% son pymes. Es decir, que se trata de un modelo de crecimiento que no sólo beneficia a las grandes corporaciones, sino que democratiza la posibilidad de ser innovador y disruptivo con una inversión al alcance de la gran mayoría de empresas.
Llegados a este punto, hay que celebrar que en pocos años hayamos conseguido dejar atrás una mayoritaria tendencia al inmovilismo empresarial en pro de un avance generalizado en la cultura interna de las organizaciones hacia el continuo progreso y adaptación a los cambios económicos, políticos, tecnológicos y sociales que vive Occidente. Muchas son las empresas que se han quedado por el camino y, paradójicamente, la pandemia del coronavirus fue una gran aliada en este proceso de renovación al poner patas arriba nuestras prioridades y hábitos de consumo.
El siguiente paso cultural en España ya se está empezando a dar: dejar de ser un país con mentalidad de funcionarios o asalariados para pasar a ser un país en el que cualquier joven que acabe sus estudios tenga como objetivo crear riqueza y empleo siendo el dueño y protagonista de su futuro profesional. Será entonces cuando nos convirtamos en una potencia económica y empresarial que pueda sentarse en la misma mesa que Alemania, Francia o Reino Unido. Mientras tanto, a seguir trabajando.
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