La autoridad pide limitar las presidencias ejecutivas, prevenir conflictos de interés y garantizar mayor independencia en los órganos de dirección.

La Autoridad Bancaria Europea (EBA) ha puesto en marcha la revisión de sus guías sobre Gobierno Interno, vigentes desde 2021, con el objetivo de reforzar la solidez de las entidades financieras y prevenir riesgos derivados de una gobernanza débil. El organismo, presidido por José Manuel Campa, alerta de que persisten “trabas” en las operaciones entre bancos y reclama medidas más firmes para evitar desequilibrios en la toma de decisiones.
“Las prácticas de gobernanza identificadas durante la crisis financiera, aunque no fueron su causa directa, contribuyeron a agravar sus efectos”, subrayó la EBA. Entre sus propuestas destaca la preferencia por que la presidencia de los órganos de dirección recaiga en un miembro no ejecutivo, eliminando la referencia a contrapesos que, hasta ahora, permitían justificar presidencias ejecutivas. Santander, BBVA y Kutxabank son, en España, las entidades que aún mantienen este modelo.
Conflictos de interés bajo la lupa
Otro de los ejes de la actualización es el refuerzo de los mecanismos para prevenir conflictos de interés, especialmente en el tránsito de ejecutivos a funciones de supervisión. La EBA advierte de que, cuando un CEO pase directamente a un cargo no ejecutivo —incluido el de presidente— sin un periodo de incompatibilidad de al menos tres años, la entidad deberá aplicar medidas específicas para mitigar riesgos. La misma cautela se extiende a otros consejeros ejecutivos que permanezcan en el órgano de gobierno.
En España, el sector ya ha registrado movimientos de este tipo: María Dolores Dancausa, exconsejera delegada de Bankinter, ejerce ahora como presidenta no ejecutiva; José Antonio Álvarez, que fue CEO de Santander hasta 2023, es vicepresidente no ejecutivo; y Josep Oliu mantiene la presidencia del Sabadell tras dejar sus funciones ejecutivas.
La EBA recuerda que la ausencia de controles eficaces durante la crisis financiera facilitó estrategias de corto plazo y una asunción excesiva de riesgos. Su nueva revisión busca que estas debilidades no se repitan, fomentando la independencia en la gobernanza y una supervisión más efectiva en el corazón de la banca europea.
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