Julián Díaz-Santos (Unnax): “La seguridad te la puede dar, única y exclusivamente, la regulación”

Durante el Future Finance Day, celebrado el pasado 8 de mayo en la Bolsa de Barcelona, tuvimos la oportunidad de conversar con Julián Díaz-Santos, cofundador de Unnax, sobre el papel creciente de la infraestructura financiera integrada y los desafíos actuales del open banking en Europa. La entrevista se enmarca en una jornada que reunió a actores clave del ecosistema financiero digital para reflexionar sobre el futuro de los servicios financieros.

Díaz-Santos compartió su visión sobre cómo la infraestructura financiera integrada permite reducir barreras de entrada, acelerar la innovación y abaratar costes, constituyéndose como la base sobre la que se construyen nuevos modelos de negocio digitales. También abordó el reto regulatorio que implica la fragmentación en la implementación del open banking entre países europeos, y subrayó la necesidad de encontrar un equilibrio entre innovación, experiencia de usuario y seguridad a través de marcos regulatorios sólidos.

¿Cómo imaginas el impacto de la infraestructura financiera integrada en la creación de nuevos modelos de negocio digitales?

La infraestructura financiera integrada lo primero que permite es la agilidad, o sea, reduce barreras de entrada, permite la innovación y reduce de forma significativa los costes. Podríamos decir que la infraestructura financiera integrada sería un poco como el esqueleto de cualquier modelo de negocio.

Desde tu experiencia en Unnax, ¿cuáles consideras que son los principales retos regulatorios que enfrenta hoy el open banking en Europa?

Yo diría que hablando de Open Banking hay que tener en cuenta un tema muy importante. Básicamente el Open Banking es una directiva europea y como directiva europea ha tenido una transposición nacional, es decir, que a efectos prácticos la regulación acaba siendo algo diferente en cada país. Eso hace que Europa se haya segmentado entre países que son creadores y valedores de esta regulación y en consecuencia de esta tecnología. Es el caso de Reino Unido, donde el Open Banking se ha adoptado directamente con una muy buena aceptación, no solo por parte del usuario final, porque al final es una ventaja para ellos, sino por parte de los propios bancos. Por contrapartida, todas aquellas transposiciones en aquellos países que tienen una visión más puramente de cumplimiento regulatorio, lo que nos hemos encontrado, desgraciadamente, es que la propia banca no se lo ha creído. Y como no se lo ha creído lo que está haciendo es única y exclusivamente cumplir con los requisitos mínimos que requiere la regulación. Esto hace que, hablando por ejemplo de la PSD2, en muchos países lo que estamos viendo –como podría ser el caso de España– es que es verdad que se puede llegar a leer la información financiera de clientes, pero básicamente son extractos bancarios y poca cosa más. En ese caso queda pendiente todavía mucha información que sería más que relevante para tomar decisiones y demás. Esperemos que la nueva directiva, la PSD3, haga que esto sea una realidad. Y un poco como resumen a esta pregunta, lo que diría es que, por suerte o por desgracia, la innovación siempre va por delante de la regulación y hace que lo que ya se reguló o lo que ya se legisló –con toda la buena intención del mundo– en algunos países ha sido suficiente, pero en otros no.

¿Cómo ves la evolución del equilibrio entre innovación tecnológica y confianza del usuario en los servicios financieros digitales?

Yo a esto te lo resumiría en tres palabras que son muy simples. Una es inmediatez, la otra es usabilidad y la otra es seguridad. Entonces, si intentamos balancear entre innovación y regulación, yo te diría que inmediatez y experiencia de usuario, usabilidad, te lo da la innovación. Pero la seguridad te la puede dar, única y exclusivamente, la regulación. Por eso es necesario el balance perfecto entre proveedores tecnológicos, pero siempre con capas reguladas.

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