Las idas y vueltas en las regulaciones siempre son perjudiciales para el sector en su conjunto, pero esta vez, además, están marcadas por el contexto de la campaña electoral.
En todo escenario y a lo largo de lo que han sido las finanzas digitales alrededor del mundo ha habido debates álgidos en torno a cómo regular las fintech. En cualquiera de estos escenarios, el no mostrar una señal clara de la dirección regulatoria ha sido negativo.
El caso particular argentino, si bien se había debatido en la Comisión de Medios de Pago, por ejemplo la puja por el Debin y las transferencias Pull, el ejecutivo interfirió en lo que es la política monetaria.
Esto es doblemente peor que cualquier escenario, puesto que reafirma la falta de independencia del regulador monetario, que es el BCRA, y hace que le agregue una capa más de complejidad.
Las idas y vueltas siempre son perjudiciales para el sector en su conjunto. Marcan un grado de incertidumbre muy alto a la hora de plantear una inversión, el desarrollo de un negocio, o poder hacer una proyección a futuro.
Las fintech no han tenido fricciones con las entidades regulatorias anteriormente.
En el pasado hemos visto regulaciones que generaron comunicaciones de no apoyo por parte no solo de players en particular -como pudieron ser las marcas de tarjetas, o el unicornio argentino Mercado Pago, o la Cámara Argentina Fintech en su conjunto-, y no ha habido una reacción del regulador de dar marcha atrás. Esta vez, sin dudas es por el contexto de la campaña electoral
La forma correcta hubiera sido hacer lo que se hace en el mundo: plantear un diálogo virtuoso entre el sector privado y el sector público. Eso se hace en espacio denominados hubs de innovación en los que forman parte los reguladores, dependiendo el caso la superintendencia de seguros, comisiones de valores, o bancos centrales. Es lo que lleva a que ese ida y vuelta termine marcando un rumbo certero que soporte la mayoría.
Mirar hacia adelante
Argentina, actualmente tiene un sector de finanzas digitales tan maduro como para ir hacia una estrategia integral de Open Banking, y cuando digo integral me refiero a que se sepa bien qué tecla de la sinfonía va a tocar cada normativa.
Si bien Argentina tiene regulaciones que están en línea a un camino similar al de la banca abierta, se van haciendo sin tener un rol claro y generan estas fricciones. Generan discusiones parciales y no se puede agregar, ni entender, ni comunicar hacia donde nos está llevando.
Cuando hay estrategias integrales como las de Brasil, México y tantos otros buenos ejemplos de open finance y open banking se arma un roadmap donde se comunica cuál es el norte. Hoy esto no está presente en Argentina, más allá del desarrollo de transferencias 3.0 que fue lo más ambicioso que hemos visto hasta ahora.
Sin lugar a dudas, lo que falta es una estrategia integral concisa pero que pueda ser también diversa; como las infraestructuras de tiempo real, -que son una tendencia muy relevante-; y lo que destaco como más importante de cara al futuro: open banking y open finance.
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