Con la Resolución General 1069, la Comisión Nacional de Valores dio un paso clave hacia la modernización del sistema financiero local.

Por primera vez, se habilita un régimen específico para la tokenización de activos del mundo real bajo oferta pública, aplicable a fideicomisos financieros y fondos comunes de inversión cerrados. Esta decisión no solo legitima una tecnología emergente, sino que habilita una infraestructura habilitante para la innovación comercial dentro del marco regulado.
Una señal de madurez para el ecosistema
Durante años, la tokenización fue un terreno de pruebas en el borde de la regulación. Hoy, bajo un modelo de sandbox por 12 meses, la CNV permite emitir tokens representativos de valores negociables, siempre respaldados por activos tangibles (inmuebles, proyectos agroindustriales, maquinaria). Es una apertura controlada, pero de gran impacto simbólico y operativo.
Para las entidades del mercado, esta decisión marca el inicio de una nueva capa de servicios financieros: desde plataformas de emisión y custodia hasta agentes de liquidación tokenizada, pasando por desarrolladores de contratos inteligentes, soluciones de compliance automatizado y modelos de auditoría digital continua.
Una infraestructura interoperable y reversible
El esquema diseñado por la CNV reconoce la tokenización como formato complementario, no sustituto. La emisión original debe realizarse de manera tradicional, con depósito en el ADCVN. A partir de allí, se habilita la creación de tokens equivalentes, que pueden circular en entornos digitales bajo custodia de Proveedores de Servicios de Activos Virtuales registrados.
Este enfoque híbrido e interoperable —con reversibilidad garantizada— responde a dos objetivos claros: proteger al inversor institucional y minorista, y habilitar una infraestructura escalable, que permita conectar la innovación con los circuitos legales existentes.
Oportunidades comerciales para el sector
Para el ecosistema financiero y tecnológico, este régimen abre una variedad de oportunidades concretas:
- Nuevas plataformas de tokenización, especializadas en sectores como real estate, agroindustria o energía renovable, con foco en emisión primaria y mercados secundarios líquidos.
- Infraestructura B2B para custodios digitales, auditores on-chain y proveedores de KYC/AML embebidos en smart contracts.
- Servicios de orquestación entre sistemas tradicionales (depósitos colectivos, ALyCs) y nuevos entornos digitales de circulación y liquidación.
- Soluciones para PyMEs y economías regionales, que podrán acceder a financiamiento estructurado con menores costos y mayor transparencia.
Un marco escalable y adaptable
La clave del nuevo régimen es su potencial de expansión. Aunque la primera etapa se acota a ciertos instrumentos, es previsible que, tras el sandbox, se abra el espectro a CEDEARs, obligaciones negociables, bonos soberanos y eventualmente acciones. Si el ecosistema responde con solvencia operativa y legal, el regulador tiene espacio para ampliar el perímetro.
En términos estructurales, esto equivale a construir una nueva capa de mercado de capitales: más granular, más líquida, más programable. Y con capacidad de atraer inversores nativos digitales, integrar capitales regionales y articular vehículos de inversión transfronterizos.
Un nuevo ciclo para la industria
La tokenización no reemplaza al sistema financiero tradicional; lo transforma desde adentro. Habilita una infraestructura más ágil, con menores fricciones y mejor trazabilidad. Pero sobre todo, exige a la industria repensar su propuesta de valor: ¿cómo construir productos más accesibles, transparentes y programables sin perder solidez ni control de riesgos?
La CNV, al dar este pas legitima una tendencia global e invita a bancos, fintechs, ALyCs y desarrolladores a participar activamente en el diseño de un nuevo ciclo financiero, donde la innovación no es periférica, sino central.
La tokenización ya no es una promesa: es un instrumento operativo que exige respuestas técnicas, comerciales y estratégicas.
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